Tenemos por delante un ambicioso reto: 

Detectar y eliminar barreras que dificultan o impiden el desarrollo personal y académico de todas las niñas y todos los niños y desarrollar altas expectativas para todo el alumnado.

Para lograrlo, se precisa un cambio de mirada. Es necesario focalizar la actuación en el Centro y el contexto como respuesta educativa a las necesidades del alumnado. Nos hemos propuesto evitar rígidas e inflexibles metodologías que dificultan la interacción de la diversidad personal de cada niña o niño con su derecho a una educación global, que le permita desarrollarse plenamente como persona en sociedad.

Esto supone cambiar la estructura de los centros a todos los niveles: Organizativo, de recursos y planteamientos pedagógicos, metodologías, espacios, materiales, respuesta educativa y evaluación, etc. Es decir, dirigir la planificación educativa hacia un Diseño Universal de Aprendizaje (DUA).

Buscamos Centros que garanticen el bienestar y la confianza en el Sistema y que, por tanto, todas las personas vean atendidas sus necesidades y valoradas sus capacidades.  

Para lograr estos objetivos, el Centro creará lazos de cooperación y coordinación con estructuras y agentes sociales ajenos al mismo pero que componen la Comunidad Educativa entendida en su sentido más amplio.

Una corresponsabilidad compartida en la que las familias deben ser pieza indispensable. La colaboración coordinada familia-escuela es básica y beneficiosa para toda sociedad.

Todo lo anterior es muy difícil de lograr de manera aislada. Por ello, los Centros participantes en el programa se constituyen en Redes de trabajo que facilitan el intercambio de estrategias y Buenas prácticas. Esta Redes están integradas por un mínimo de cinco Centros cada una y cuentan con una persona que asesora y acompaña al Centro Educativo en su proceso de transformación.

Actualmente se encuentran constituidas y en pleno funcionamiento
7 Redes de Centros Educativos: